sábado, 15 de noviembre de 2008

Intercesión de los santos

Queridos hermanos:
Según la Santa Madre Iglesia , Jesús es la cabeza y el cuerpo está formado por la Iglesia peregrina (los vivos), la Iglesia purgante (las almas que están purificándose en el purgatorio en sus distintos grados) y la Iglesia triunfante que son los que han llegado ya a la presencia de Dios. Estos son los santos.
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Dice la Palabra que cuando un miembro del cuerpo sufre, todos sufren y cuando un miembro es honrado, todos lo son, por lo tanto no puede estar bloqueada la comunicación entre las distintas zonas del cuerpo cada una con sus miembros, así como sigue la Escritura diciendo que la cabeza no puede decirle al pie "no te necesito" etc. En esto se demuestra que la interrelación es posible tanto a nivel intrazonal como a nivel extrazonal, esto es, que los miembros de cada zona del cuerpo místico pueden interactuar con los que están como ellos y comunicarse con los que están en la otra parte. Dicho de forma más sencilla:
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-Nosotros podemos interceder por otros hermanos, por las almas del purgatorio y orar a los que están ya en el cielo, para que pidan por nosotros.
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- Las almas del purgatorio pueden consolarse de sus sufrimientos unas a otras y amonestarse entre si, orar al cielo y pedir oración a los que estamos aquí abajo, bien como fantasmas, bien como ideas en nuestra mente (recuerdos) o bien poseyendo un cuerpo. Por supuesto todo esto tiene que ser permitido por Dios.
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- Y la Iglesia celeste puede compartir su alegría y su alabanza a Dios, puede interceder por las otras dos zonas y puede aconsejar y ayudar aquí en la tierra sobre todo en el combate espiritual.
En multitud de exorcismos los que tenemos algún don de visión, vemos cosas del estilo: "Estoy viendo a un monje con barba blanca con guantes rotos en la manos y cara de pocos amigos" .Y el sacerdote dice: " Ah , es el Padre Pío; gracias Padre Pío por venir a ayudarnos."
Lo normal es que sepamos de qué santo se trata y lo digamos directamente: " Está aquí el Padre Pío" y el sacerdote dice:" Gracias Padre Pío...."
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Otras veces el demonio se pone a insultar a quien esté. Recuerdo que a Madre Teresa uno le llamaba vieja bruja y otro le decía a una beata que jamás le iba a dejar ser santa , a lo que la buena mujer le respondía que le daba igual, que lo importante era estar con Jesucristo.
Personalmente he visto cómo el Padre Pío utilizaba el cuerpo de una persona que tiene el don de canalizar espíritus y se ponía a exorcizar (en italiano y latín) con efectos brutales.
Otros que vienen mucho a ayudar son Santa Teresita de Lisieux, el Beato Bártolo Longo (que fue satanista antes de su conversión), Juan Pablo II, por supuesto el Padre Pío y a veces San José María Escrivá, entre otros muchos.
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Un día me dice (san J.Mª.) "¿Oye y a tí no te gustaría seguir mi camino?" y yo le contesté : " No padre, que soy de la renovación" y me dijo: "Ah bueno, no pasa nada" ; y el sacerdote: " Este padre Escrivá, siempre arañando para su cesto, hasta desde el otro barrio". Y nos reimos un rato.
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La Iglesia celeste está aquí, con nosotros, con María, a la que tenemos obligación de alabar y bendecir, pues la Trinidad alabó a María (en el magníficat) y el Espíritu Santo hablando por boca de la Virgen dijo: "me felicitarán todas las generaciones". Mandato divino éste del Espíritu, el de bendecir y alabar los méritos de María, su humildad, su abandono,...
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Lo que pasa es que habitualmente no somos conscientes de ello, pero recordad que los ángeles, los santos, María y el Señor están aquí, en este mundo, a nuestro lado, esperando que les pidamos ayuda, pues si no se la pedimos, respetan nuestra libertad y no hacen nada, aunque les duela ver cómo nos equivocamos.
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La Iglesia purgante también vaga por entre nosotros, pero de otro modo. Es como si vivieran en un mundo paralelo al nuestro pero sin vernos. Sólo interactúan si el Señor lo permite.
En primer lugar están las almas perdidas, que murieron con pecados graves pero no rechazaron a Jesús como su salvador. Por estas hay que pedir mucho, pues si llegan en este estado al juicio final, se condenarán, pues no saben que lo que hicieron está mal y no piden perdón. A estos el Señor les permite aparecerse como fantasmas o grabar sus psicofonías o poseer un cuerpo. Hay personas en este mundo que esas almas las ven como faros de luz (don de almas) y se aproximan a ellas causándoles extrañas depresiones o sentimientos que nos son suyos; son de este tipo de almas que buscan oración. Al poseer se benefician de la vida de piedad que lleva la persona en la que entran y si se dicen misas por ellos o se rezan rosarios, se van al otro purgatorio, pues comprenden el mal que han hecho y piden perdón (por eso no nos cansamos de decir que Dios permite males para sacar mayores bienes, pues Él quiere que todos se salven, pero no puede forzar la libertad, pues sería negarse a sí mismo).
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Luego están los que murieron con pecados no confesados o rencores ocultos. Saben que están mal esos pecados y tienen que comprender que deben desprenderse de toda imperfección antes de entrar en la presencia de Dios. Por eso leer la Palabra de Dios aporta indulgencias, pues al recordar en el purgatorio los textos, pueden reconocer en qué se equivocaron y desprenderse de esas conductas que les impiden entrar en la presencia del Señor.
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Los que rechazaron voluntaria y conscientemente la salvación de Jesús, están en el infierno y no son parte de la Iglesia; están excomulgados por su propia voluntad o por el poder de la Iglesia (lo que atéis en la tierra, atado queda en el cielo y el Señor le dio las llaves del cielo a Pedro y a sus sucesores). Nunca podemos afirmar que estos se han condenado definitivamente, pues la misericordia del Señor es infinita, hace lo que quiere y Sus caminos no son nuestros caminos. La Iglesia reza sobre todo por las almas del purgatorio, pero en la liturgia de las horas en alguna ocasión por todos los difuntos, no sólo por los que murieron en Jesucristo.
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En rosarios se intercala entre los misterios la oración :" Oh Jesús mío, perdona todos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu divina misericordia" , que es bastante ilustrativa y la dio la Virgen no recuerdo si en Fátima.
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Espero haber contestado un poco, pues de este tema hay ríos de tinta que escribir y aquí pongo algunas pinceladas basadas en la experiencia, en la Palabra y en lo que dice la Iglesia. Un Saludo.
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PD:Perdón por los puntitos, pero no había forma de que me lo separara en párrafos y los juntaba, haciendo el tema muy pesado de leer.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Sueño al orar

Queridos hermanos:

Hay veces en que al ponerte a orar te empiezan a entrar unas ganas enormes de hacer otra cosa, recuerdas que tenías que llamar a alguien, o te dan ganas de ir a la nevera, o al cuarto de baño.

Si vences la tentación, te empieza a entrar un sopor indescriptible, los párpados se te cierran y literalmente te quedas dormido con el rosario, el diurnal o la Biblia en la mano.

Luego te despiertas y se te ha hecho tarde y tienes que dejarlo.

Esto no es nada nuevo y realmente es un caso leve de influencia demoniaca (un paso más allá de la simple tentación).

El remedio es ordenar al demonio en el nombre de Jesús que se marche y te deje rezar en paz.

Es muy útil santiguarse o mejor persignarse con agua bendita y si se puede con agua bendita exorcizada (con un poco de sal exorcizada) y si el tema persiste asperjer la habitación con este agua.

Tras realizar este sencillo acto de repente sientes una frescura, la pesadez del instante anterior está lejos y tienes unas ganas locas por ponerte a rezar.

Las personas que no tengan costumbre de orar imagino que serán escépticas, pero las que tienen costumbre diaria de orar o rezar, es posible que se sorprendan y tengan una explicación a estas pequeñas molestias que Dios permite.

Por cierto el otro día nos enfrentamos al demonio que durmió a los apóstoles en Getsemaní. El resultado fue increíble (todo grabado y a disposición de la autoridad eclesial correspondiente).

Perdonad que os deje con la miel en los labios, pero de verdad no puedo decir nada.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Enseñanza del Ef 6 "El combate espiritual"

Hoy os quiero hablar de una enseñanza que me dio el Señor el otro día.

Estaba hablando de las cosas de Dios y de pronto comprendí gracias al Espíritu Santo a qué se refiere San Pablo al enumerar las armas del combate espiritual. Con el mandato de dar gratis lo que gratis se ha recibido, os escribo estas pequeñas líneas.

Ef 6, 10-19

"...fortaleceos en el Señor y en la fuerza poderosa. Revestíos de las armas de Dios para poder resistir las acechanzas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los principados,contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal que están en el aire.
Por eso tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día funesto, y manteneros firmes después de haber vencido todo.
Poneos en pie, ceñida vuestra cintura con la verdad y revestidos de la justicia como coraza, calzados los pies con el celo por el Evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del maligno. Tomad también el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu , que es la palabra de Dios; siempre en oración y súplica, orando en cada ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos, y también interceded por mí, para que me sea dada la palabra al abrir mi boca para dar a conocer con valentía el misterio del Evangelio".

Ponerse de pie es la actitud de conocer más al Señor y acercarse a Él; los demonios van a venir sin duda a arrancarnos de este gusto por estar junto a Jesús, por lo tanto hemos de tener un estilo de vida de tal forma que ante el seguro ataque de los demonios, nuestra manera de ser ha de corresponderse con lo que nos dice San Pablo, para que las respuestas a los ataques del enemigo, se produzcan de forma automática, como en un guerrero bien entrenado, pues si nos paramos a discutir con el tentador, tenemos la batalla perdida. Más aún estas actitudes nos previenen del hastío de seguir en el Señor tras haber vencido al enemigo, sin ceder a la monotonía ni a la rutina.

Por tanto nuestro comportamiento ha de ser veraz, pues eso nos tapa las vergüenzas como la "falda" que se ciñe a la cintura, con lo que seremos libres y el enemigo no nos pescará en contradicción, con lo que nuestra prédica quedaría desvirtuada.

La coraza de la justicia son nuestras obras, nuestros ayunos, limosnas,..., nuestro desprendimiento del mundo, para que por éste no nos olvidemos de Dios.

Nuestro calzado ha de desgastarse recorriendo el mundo predicando el Evangelio, pues al tomar esa costumbre de predicar en todo momento y lugar, nos prevenimos de la vergüenza que nos puede meter el enemigo a proclamar a la gente la Palabra de Dios en cada ocasión. Este zapato nos protege de las durezas del camino, pues siempre hay que marchar hacia adelante.

El escudo es nuestra fe, porque el enemigo te pondrá argumentos que desde el punto de vista del mundo serán irrefutables y sólo se le podrá contestar con argumentos de fe. Al estar seguro de tu fe, no te desestabilizará lo que digan ateos, científicos y racionalistas, por muy fuertes que sean sus argumentos, que suelen estar inspirados por estos espíritus que están en el aire, esto es, en todas partes.

El yelmo es lo que te protege la cabeza. Saber que ya estás salvado porque crees que Jesucristo te salvó muriendo y resucitando por ti, te ayuda a esperar contra toda esperanza aunque sepas que te ven a matar, como los mártires.

Acostumbrándote todos los días a leer la Sagrada Escritura en el Espíritu, la entenderás y se te convertirá en Palabra de Dios, y cuando te instiguen con argumentos para herirte, los pararás con las frases de las Escrituras que te inspire el Espíritu Santo y contraargumentarás con esta misma Palabra, pues se convierte en tu espada.

Es muy importante estar en oración juntos pues la comunidad te la da el Señor para no sentirte desamparado. Por muy fuerte y bien armado que estés, si te ataca un ejército no podrás con él, pero si estás al lado de otros guerreros fuertes como tu, seréis un ejército que podrá con el del enemigo.

y con perseverancia , pues si no te sigues entrenando, tus habilidades desaparecerán. El enemigo se entrena en el mal constantemente, no duerme, no descansa y si tu te relajas, te pillará desprevenido. Luego el Señor te puede dar armas extraordinarias para el combate que son los carismas del espíritu (que son como llevar un rayo láser en la época de los romanos).

Y también interceded orando al Señor por el Papa, los obispos, los sacerdotes y el resto que se dedica a llevar la Palabra de Dios.