Así el Reino es el lugar en donde se acepta que Dios reine. Cada persona que entrega su voluntad a Dios es una piedra viva que edifica el templo vivo donde a Él le gusta estar, en la comunidad. Allí Dios actúa por las manos y boca humanas y se realizan todo tipo de milagros.
Pero para entregar la propia voluntad a Dios, es necesario ser pobre de espíritu, esto es aceptar lo que te den, sabiendo que no puedes pagarlo. Así uno es capaz de aceptar la salvación gratuita de Jesús, sabiendo que aunque por tus fuerzas pudieras hacer obras admirables a la vista de los cielos, los ángeles llorarían de pena (W. Shakesperare) porque siempre serán obras de la carne, e ir aceptando los regalos del Espíritu Santo en forma de carismas y colaborar con Jesús para que dicho Reino aumente (obras en el Espíritu), así a medida que Jesús nos incorpora a Sí, nos desasimos del mundo, poniendo nuestro corazón en Él.
El rico está acostumbrado a pagar y obtener algo a cambio, además de tener su corazón en sus riquezas, siempre inquieto por que se las roben, y por ir acumulando más. No es rico de espíritu el que tiene mucho dinero, sino el que pone su corazón en ese dinero y se olvida de Dios. No se puede servir a Dios y al dinero.
Comento dos casos que hemos atendido:
Uno es el de una familia con "este" tipo de problemas que habían pasado por brujos y no les habían curado. Tenían muchas propiedades.
Vinieron con muchos regalos hasta que caímos en la cuenta de que querían comprarnos. Cada día antes de la oración insistían en que nos empleáramos a fondo, que ellos sabrían recompensarnos. Pero nosotros orábamos con el mismo empeño que por cualquier otro caso (que es el máximo de nuestras fuerzas y nuestras pobres capacidades).
El sacerdote les prohibió traer más regalos y seguimos orando con el mismo empeño, pero sin progreso.
Al final como no veían resultados inmediatos, nos dejaron y se volvieron a los brujos. Una pena.
Por más que se les predicó que deberían ser humildes y pedir de corazón al Señor y aceptar el tiempo de purificación que Jesús quisiera darles, no entendieron nada, pues en un momento la mujer me dijo: "Al menos a los brujos, mientras les pagues tienes alivio".
A la Iglesia no vinieron a pedir ayuda con pobreza de espíritu, vinieron a comprar los servicios de un "brujo" más.
En cambio está el caso de otra persona con un altísimo puesto en la sociedad y bastantes más propiedades que los primeros, que todos los días al entrar se postraba delante de la custodia, con la frente en el suelo y no se movía hasta que el sacerdote consideraba que era tiempo suficiente.
Esta persona ha llegado a esperar durante horas en la calle hasta que terminara otro caso (por supuesto de personas muy humildes), para ser atendido. Casi nunca dijo que tal fecha le venía mal e incluso sé que ha venido desde el extranjero sólo para ser atendido, mientras que a los otros había que dedicarles el día y la hora que les convenía y tener todo dispuesto para atenderlos.
Pero también en gente corriente se dan los dos casos :
Hay una persona por la que se han orado años, el Señor le ha avisado expresamente (hablando el enemigo por sus propios labios y estando la persona consciente) de la trampa que le había preparado el enemigo, y ha caído en la trampa dejando la oración y afirmando que tiene derecho a ser feliz y a vivir su vida. Por supuesto respeto absoluto, pero ahí está presente la riqueza de espíritu en la que Jesús no puede actuar.
Y el otro caso es el de otra persona por la que se lleva orando más de ocho años y no se libera, porque el Señor así lo ha decidido, por la inmensa gloria que Jesús le da al Padre a través de esa persona (el propio Satanás afirma que quiere irse y Jesús no le deja, hecho que ha sido confirmado por varias personas en muchos momentos y desconcierta incluso a los ángeles que vienen a ayudarnos. Personalmente yo sí lo entiendo). Pues esa persona, con una humildad sobrenatural, llora y gime, pero acepta la voluntad de Dios y se ofrece como hostia viva, crucificándose con Jesús, para la gloria del Padre .
En los casos de riqueza de espíritu, el corazón de las personas es duro y seco como la piedra y ves que no tienen vida en el espíritu y a veces el señor me muestra el desperdicio de los torrentes de oración por ellos, como una montaña de piedra seca de la que sale una especie de río de las entrañas de la piedra (algo así como la escena de Indiana Jones y el templo maldito, cuando al final sale de la boca de la mina ese torrente de agua que se precipita en el fondo del barranco).
En cambio en las personas pobres de espíritu, el agua del Espíritu fecunda y veo muchas fuentes rodeadas de verdor y de vegetación exuberante, y que van desde cataratas, hasta pequeñas gotitas que salen de una piedra húmeda rodeada de musgo, según el Espíritu les comienza a regalar un carisma o se les derrama a raudales la gracia (...de su pecho manarán torrentes de agua viva).
El que tenga oídos, que oiga.